- Área: 600 m²
- Año: 2017
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Fotografías:César Béjar
Descripción enviada por el equipo del proyecto. La playa se encuentra alejada. En un terreno “residual”, sin frente al mar y cerca del límite intocable del mangle, tres crujías contienen en este hotel su propio paisaje acuático. Tres largas cubiertas vegetales albergan las habitaciones sin llegar a tocarse entre sí. De esta manera, la palapa conserva su construcción clara, sencilla. Esta lógica arcaica, aprendida de la casa maya, deja que los muros se liberen de su labor estructural. Sueltos los muros, la habitación queda resguardada entre el agua, que se cuela desde el patio inundado, en un breve recordatorio del mangle que puebla la isla de Holbox. Descansar bajo una palapa construida con cedro sólido y de aroma intenso, experimentarla como espacio, es la premisa de todas las habitaciones, que por esta razón no permiten un segundo piso.
Un simple razonamiento pragmático sugeriría cruzar las circulaciones al centro, frente a las habitaciones. En vez de esto, llevar los andadores hasta el perímetro del predio, deja el corazón del proyecto sólo para habitarse mojado, preferentemente en reposo. El pequeño hotel se levanta del terreno para negociar con las subidas de mar en una isla inestable; o bien, se adelanta a esa condición con su claustro anegado, según se le quiera ver. En el ángulo más estrecho del proyecto, a manera de quilla, una torre da cabida a los servicios, al tiempo que permite asomarse sobre el manglar hacia los dos cuerpos de agua que definen esa franja de tierra que llamamos Holbox.